"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


19 de marzo de 2011

La colmena: ¿algo más que una novela social?


Por Leonardo Venta

Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura, Premio Cervantes y Premio Príncipe de Asturias, entre otros, es el autor de La colmena (1951), la novela que incorporó a España a la novelística moderna y una de las primeras que denuncia la realidad de la sociedad española de posguerra.

De padre gallego y madre inglesa, natural de La Coruña, Cela publicó su primera novela en 1942, La familia de Pascual Duarte, considerada tremendista, un tipo de realismo que resalta la figura del antihéroe e insiste en aspectos sumamente grotescos y repulsivos de la realidad. El libro, aunque aclamado por la crítica, fue rechazado por las autoridades franquistas, que prohibieron una segunda edición del mismo en 1943.


La colmena, para algunos la mejor novela de Cela, tuvo que publicarse en Buenos Aires debido a problemas con la censura. El escritor gallego fue despedido de la Asociación de la Prensa y, según alega el catedrático madrileño Jorge Urrutia, “resultó problemática la continuación de sus colaboraciones en los periódicos oficiales”.

La novela fue igualmente criticada en círculos católicos.
Dicho en sus propias palabras, Cela se echó “a la plazuela con maquinilla de fotógrafo” para retratar el desolado cuadro de la sociedad española después de la Guerra Civil.

Llevada al cine en 1982 por Mario Camus, La colmena nos traslada a un café madrileño de los años cuarenta, cuyos numerosos personajes, más de 300, revelan interesantes matices de existencias miserables bajo el aplastante peso de la recién finalizada guerra.

Formada por seis capítulos que se deshilvanan en menos de cuarentiocho horas, la novela tiene lugar en 1942. Según el censo de personajes realizado por José Manuel Caballero, Premio Biblioteca Breve 1961, existen 296 caracteres imaginarios creados por Cela, y 50 históricos o individuos reales mencionados en el curso de la misma.

Anécdotas se suman para conformar una especie de enjambre humano, similar al que forman las abejas en una colmena, desplazandose a un final de enorme meticulosidad y perfeccionismo literario, que se centra en un incidente en la vida del personaje Martín Marco, quien sobresale entre la multitud de caracteres que integran la novela.

La trama es complicada, por el gran número de personajes y lo fragmentado de las muchas historias; sin embargo, la preocupación del narrador literario parece más bien enfocarse en un cuadro global y subjetivo, en el que las individualidades se  funden en un ente global.

La prosa es directa, mordaz, con aislados vuelos poéticos. Las descripciones, precisas, hacen hincapié en una realidad que el autor observa desde una distancia aparentemente impasible. Aunque, en tres ocasiones, éste interfiere explícitamente en el curso de la novela. Así señala en una ocasión: “A mí no me parece…”.

No obstante, en el prólogo a la tercera edición de La colmena, Cela escribió, proclamando su ruptura con la omnisciencia de la narrativa decimonónica: “La historia es como la circulación de la sangre o como la digestión de los alimentos. Las arterias y el estomago, por donde corre y en el que se cuece la substancia histórica, son de duro y frío pedernal”.

La colmena transita entre la tensión suscitada en los diálogos y los acerados comentarios del narrador. El novelista, más allá de proponer un cuadro sociológico de sus personajes, transforma al lector en cómplice, haciéndole testigo emocional del jadeo abrumador de la España de posguerra; sugiriendo, asimismo, el efecto nocivo del pasado sobre el presente. “No merece la pena que nos dejemos invadir por la tristeza. La tristeza también es un atavismo*" , propone Cela en su novela.

*Atavismo - reaparición en los seres vivos de caracteres propios de sus ascendientes más o menos remotos

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