"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


13 de mayo de 2013

Las memorias inmorales de S.M. Einsestein, de Eduardo Nadal Aragón

LAS MEMORIAS INMORALES DE S. M. EINSESTEIN

 

S. M. Einsestein no tuvo una vida feliz.

Hoy sin embargo es un clásico donde los haya en el cine universal.

Es recordado por el cine y el arte, por pensadores, críticos, literatos y constructores de espacios visuales, como un arrebatado del montaje, como un loco de una causa revolucionaria que acabó volviéndose contra él.

Pero si recorremos su testamento escrito podemos ver lo más silenciado de su trayectoria intelectual y espiritual.

Como Lorca viajó de un territorio patriarcal a otro donde quiso ver la fabrica de sueños

y se topó con la factoría de billetes, que hicieron imposible su vida de artista y sus sueños de glamour y celuloide.

Se acercó a Chaplin antes de la caza de brujas y soñó como Buñuel con rodar historias imposibles en los grandes estudios.

La perilla de Stalin fue finalmente para él como el bigote de Hitler para Charlot. No había sitio en el mundo para ambos.

Sus memorias inmorales están escritas en frases breves y violentas, líricas y desencantadas, trozeadas como en un montaje de atracciones que ha perdido fuerza y se ha convertido en un diario de suspiros, un prologado y no obstante nada tétrico lamento.

Como Lorca surcó escaleras, pero a él le dispararon los soldados por delante y por detrás.

¿Era tal vez en niño de esa cuna que se despeña hacia abajo, hacia no se sabe donde en la escalinata de Odessa?

Sea como fuere, moral o inmoral, nos queda, nos impacta, nos hechiza, nos hace pensar, sigue conmoviéndonos.

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