"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


4 de julio de 2013

Tatuajes, de Eduardo Nabal Aragón

TATUAJES

El hombre del trabaje gris pasa todas las mañanas
delante del escaparate multicolor de la tienda de tatuajes
Camino de la oficina, con prisas y aire somnoliento
a pesar de la hora, a pesar de la edad
se detiene un instante cada día, fascinado, como la primera vez
Imágenes de cuerpos multicolores, mujeres y hombres
En sus desnudos cuerpos.
El hombre del traje gris sueña con los ojos verde ofidio
del joven dependiente
Sueña como dibuja barrocas o hipnóticas figuras
Sobre espaldas desnudas
Como acaricia su cuerpo, lo penetra con una aguja esterilizada
Sus maquinas de coser de colores desgarran la piel de su cuerpo
que ha empezado a dejar de ser joven
Un día, el hombre del traje gris y la mirada esquiva
Entra tembloroso en la tienda de tatuajes
Olor a cuero, olor a sudor.
Momento imaginado durante meses
El joven de ojos verde no parece reconocerle
Lleva un gran tatuaje de serpiente en el brazo
A cambio de treinta euros traza un diminuto corazón
en la nalga temblorosa  de nuestro asustado caballero
Hace fríamente su trabajo, no hay ni rastro de amor

En su operación de dibujar un diminuto corazón
Atravesado por una pequeña espada
La piel blanquecina de hombre del traje gris se estremece
Un corazón  y una espada ocultos de por vida del hombre bajo un traje oscuro de tela
Un instante de amor soñado para el resto de su vida.


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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.